lunes, 2 de marzo de 2009

Entrevista con Jorge Coulón Larrañaga - Cuarta parte


E.U.I.:
"Más que Pink Floyd".
Algunos de quienes estábamos en Chile, nos enterábamos del éxito que Inti Illimani tenía en toda Europa y en rigor todo el mundo. Teatros llenos, estadios, plazas, pueblos que se llenaban para disfrutar de la música y la voz de un pueblo oprimido por la dictadura. ¿Cómo se vive ese éxito Jorge, conjugado con la sensación de la patria lejana y de sus habitantes afectados por el régimen cruento de Pinochet? ¿Qué nos puedes contar de especiales presentaciones, conciertos o encuentros con chilenos o de la solidaridad de los no chilenos? ¿Recuerdas anécdotas que nos puedas relatar?

Jorge:
Los orgullos nacionales se construyen muchas veces en base a mitos, una buena leyenda es mucho más importante que la realidad…. Tal vez porque las leyendas son perfectas, son como una narración con principio, desarrollo y fin, con buenos y malos en roles bien determinados. La realidad en cambio es caótica, a veces incoherente, no está dicho que los hechos tengan consecuencias inmediatas ni lineares…
El chileno “que triunfa en el extranjero” es uno de los clásicos de nuestra convivencia. Hay que decir que la frase está construida con dos conceptos extremadamente vagos; el mundo es muuuuy grande y el éxito es algo muuuuy relativo.
Volviendo a la pregunta creo sin falsa modestia que somos entre los artistas chilenos y latinoamericanos uno de los más conocidos a nivel mundial… dicho esto habría que comenzar a acotar seriamente qué significa lo anterior, a nivel latinoamericano popular no le llegamos ni a los talones a Los Angeles Negros, o a Zamorano a nivel mundial… Pero, no se puede hablar de música chilena sin mencionarnos junto a otros ilustres colegas…
Nuestro, llamémoslo, “reconocimiento” internacional es bastante "elitario" y vastas zonas del planeta viven perfectamente sin tener idea de nuestra existencia, pero si alguien, en cualquier parte del mundo se interesa en la música chilena se va a tropezar con nuestro trajinado nombre. Un resultado, creo, más que bueno para una vida de trabajo honesto, bastante coherente y sobre todo tenaz.
Una excepción la constituye Italia y un pequeño análisis se hace necesario respecto de cuánto tuvo que ver el golpe militar en nuestro “éxito mundial”.
El respeto que el trabajo de Inti Illimani se ha ganado en el mundo (repito, acotando a la realidad el uso de los términos) es el resultado de un largo, constante y duro trabajo. Detrás de él no hay maquinarias publicitarias ni grandes compañías de discos ni presencia en shows de televisión ni video clips de éxito. Está sólo un trabajo que implica un promedio de más de cien conciertos al año, de millones de kilómetros de desplazamientos y sumado a ello un trabajo musical serio, constante, coherente, delicado pero sólido, agréguese una necesaria dosis de misterio y suerte en todo sentido y la capacidad de ser un grupo humano. El esfuerzo es demasiado y las ganancias muy pocas como para prescindir de un espíritu de grupo, de colectivo, de comunidad… (pero eso tal vez sea argumento de la respuesta a otra pregunta). Constancia, colaboración y trabajo serio en lo musical, en lo poético, en lo profesional. A los que buscan recetas para el “éxito” no les tenemos otra propuesta y les advertimos que las gratificaciones son, lejos, sólo de tipo espiritual.
Italia es cuento aparte, en Italia fuimos en poco tiempo un fenómeno de fama, de ventas, de lo que se llama “éxito”. Por dos años figuramos en el Billboard entre los artistas extranjeros que más discos vendieron (vinilos en la época) no sé si más que Pink Floyd, pero tampoco tanto menos, para bien o para mal, es difícil encontrar un italiano que no conozca el nombre de Inti Illimani y, lo que es más bonito, que no lo asocie inmediatamente con Chile.
Este boom italiano tuvo raíces en varios factores; artísticos, políticos, culturales e históricos. Ninguno, en mi opinión, es más importante que otro y ninguno es secundario.
El golpe militar, por razones que sería largo detallar, tuvo en el mundo
una repercusión extraordinaria, la conciencia democrática de todo el planeta fue remecida por esta operación criminal evidentemente abusiva y carente de fundamentos serios, se trató simplemente y groseramente de una imposición imperial ejecutada por serviles lacayos internos, todo el resto es especulación o propaganda, la esencia es esa y la mejor prueba es, precisamente, el rechazo visceral, escandalizado que el mundo tuvo ante ese hecho. Europa occidental y muy especialmente Italia vivieron el golpe de estado como un asunto propio, como una tragedia del género humano.
Desde luego que el hecho de que casualmente esa semana estuviéramos en Italia, nos transformó en un símbolo sobre el cual volcar la inmensa atención y solidaridad que los italianos, casi sin excepción, manifestaron por la causa chilena. Esto ocurrió en los meses que siguieron al golpe, pero el fenómeno musical que vino luego tuvo su pick en los años siguientes y no se explica sólo con factores emotivos ligados a la contingencia política, Italia, a diferencia de Francia, era casi virgen respecto del tipo de música que nosotros hacíamos, por lo que el sonido de Inti Illimani fue una novedad total en el medio italiano, durante años el tema “Alturas” (una de las joyas entre las muchas buenas composiciones de H. Salinas para Inti Illimani) fue la característica de un escuchadísimo programa de radio de la RAI, cuando las radios que transmitían en Italia eran tres.
Nuestra historia en Italia tuvo un impulso extraordinario en la ola emotiva que levantó la solidaridad con la causa democrática de Chile, pero sin una sólida propuesta artística de parte nuestra todo se habría resuelto en una anécdota… sin embargo, y sin falsa modestia, creo que nuestro paso por Italia cambió la historia de la música italiana y…. ojo! , eso es mucho decir !!.


E.U.I.:
"Vuelvo"
Durante su vida en Italia, el Inti tuvo varias formaciones. Integrantes que salieron y otros que ingresaron. Cuando por fin se les restaura el derecho de volver al país, ¿cómo se asume dentro del grupo? ¿Cómo se toma la decisión de volver, entendiendo que algunos podrían privilegiar una vida ya construida en Italia o simplemente era imperativo volver e involucrarse en el proceso por el retorno a la democracia? ¿Cómo recuerdas aquel día del retorno en que son recibidos por una multitud en el aeropuerto y la emoción al cantar Vuelvo?

Jorge:
En realidad los cambios no fueron tantos, yo diría que el período del exilio, esos 15 años, vieron uno de los períodos más estables en cuanto a integrantes. A comienzos del 73 habíamos vuelto a ser seis con el ingreso de José Miguel Camus, él se retiró en 1978 y Horacio Durán propuso llamar a Marcelo que a la sazón estaba en Paris trabajando con Sergio Ortega, (Marcelo ya había estado por un período de meses en el grupo en 1970). En el año 82 se incorporó a Jorge Ball en el primer período de sus caóticas presencias, ésta duró hasta el año 84 cuando fue reemplazado por Renato Freyggang dando inicio al período de estabilidad más largo en lo que a integrantes se refiere, once años.
La decisión de volver en realidad casi no se discutió, era como el curso natural de las cosas. Evidentemente en 1988 era una locura profesional, dejar uno de los países más importantes de Europa para irse al fin del mundo en la incertidumbre total… pero ese fin del mundo era Chile y habíamos pasado 15 años luchando por el derecho a vivir en nuestro país, no recuerdo que se haya producido mucha discusión al respecto… nos organizamos en dos semana y partimos de vuelta.
Llegamos a Pudahuel el 18 de Septiembre y de ahí todo fue increíble, los miles de personas en el aeropuerto, el país en efervescencia por el NO, la primavera, el alma que parecía recuperar una pieza que le faltaba… todavía no proceso intelectualmente esos días, pero se me erizan los pelos al recordarlos.


E.U.I.:
"Adaptarse o morir".
Claramente volver a Chile fue un hito en la historia del grupo. La contribución que se hace por el retorno a la democracia sumada a la lógica consecuencia del período de adaptación implica que el grupo deba entender el proceso con la perspectiva de su proyección. ¿Qué nos puedes comentar al respecto?, me refiero particularmente a tu mirada y al análisis de la situación que en ese momento se vive y de cómo, luego el grupo debe “moverse” para permanecer vigente y proyectarse al futuro. ¿Encuentras resistencias a tus conclusiones y propuestas? ¿Había otras propuestas?

Jorge:
Creo que nuestra decisión de volver, tomada como dijimos con cualquier órgano menos que con el cerebro, fue la correcta con nosotros mismos y con el conjunto. Había algo de elegancia en ese gesto audaz, algo de armonía formal en eso de cerrar círculos, de completar ciclos, creo que mucha gente en Chile y en “el mundo” lo entendió en profundidad, así como no habría sido entendido que no regresáramos. Las consecuencias de ese impulso del corazón fueron artísticamente positivas y organizativamente complicadas… pero no fueron el producto de movidas largamente analizadas ni pensadas. Debimos enfrentar la nueva realidad que generó nuestra necesidad profunda de volver a Chile y la verdad, aquí me ligaré a la siguiente pregunta, es que no sentí nunca que hubiera de parte mía un particular punto de vista coincidente o divergente con los demás, y si había opiniones distintas no recuerdo que yo lo haya vivido como una contradicción complicada o insalvable. Tampoco sucedió nunca que mis conclusiones o propuestas fueran ajenas o separadas de las conclusiones o propuestas colectivas. Unas se moldeaban con las otras y viceversa.


E.U.I.:
"El líder".
Sin lugar a dudas, el liderazgo que Jorge Coulon ha tenido desde la fundación del grupo se explique por una parte en su notable capacidad para comunicar, en su claro discurso, en la lucidez y simpatía al momento de conectarse y comunicarse con los públicos, también se puede explicar, por la coherencia, la transparencia y el compromiso con los valores y principios que su discurso proclama. Este liderazgo, a todas luces ha llevado que la gente manifieste una tremenda admiración y cariño y en no pocas personas un ejemplo a seguir. Jorge, ¿cómo se maneja esa admiración ese cariño, desde la perspectiva del liderazgo, manteniendo la humildad, la sencillez, la lucidez que te caracteriza? ¿Cómo se puede equilibrar las expectativas de un novel público con lo que la conciencia exige entregar?

Jorge:
Tengo mucha desconfianza de los “líderes” o por lo menos de esa palabra y lo que se entiende cuando se habla de “líder” en un grupo musical.
No estoy seguro de que sean necesarios los tales líderes y si lo son, deberían ser como los buenos árbitros que no se notan. Yo creo sinceramente en la belleza y en la elegancia del verdadero trabajo en equipo, creo en el grupo humano en el que nadie está demás, en el grupo que acoge y potencia. La vida humana es así, el ser humano consiste en eso.
La idea del “poder” y la “autoridad” que derivan de una función dentro de un grupo humano me repugna. La rechazo en la sociedad, donde soy enemigo de todo privilegio, título de nobleza o casta y la rechazo con mayor razón en un grupo pequeño de seres humanos unidos por la afinidad y el compromiso de un proyecto común.
Los seres humanos, afortunadamente, tenemos distintos talentos y falencias, un buen grupo humano es el que consigue potenciar dichas cualidades y disminuir, balancear, equilibrar las carencias individuales proyectando una fortaleza común.
Comenzamos muy jóvenes esta historia del Inti Illimani, no éramos estrellas ni nos juntamos para hacer un grupo famoso, ni con responsabilidades, ni gravitante, ni que pasara a la historia, nos juntamos por pasión, por curiosidad, por gusto y porque evidentemente el grupo nos potenciaba, lográbamos hacer con el grupo cosas mejores, más bellas, atractivas y satisfactorias que solos. Esa gente y los que se unieron más tarde y los que fuimos invitando a unirse, hicieron Inti Illimani y a la vez Inti Illimani nos hizo a nosotros, fue el espacio en el que desarrollamos nuestras habilidades y talentos y a la vez encontramos apoyo en los demás a nuestras carencias. El grupo, como la tribu primitiva nos abrigaba y a cambio cada uno de nosotros entregaba lo mejor de sí, su habilidad, lo que mejor sabía o podía hacer. Con el pasar del tiempo la fortaleza de ese grupo nos permitió invitar a otros músicos a unirse al proyecto común, ya no eran los patipelaos musicales del comienzo, eran talentos mejores y su relación con el grupo tenía que ver con ese talento y con el compartir un proyecto común, intereses, ideales… en ese devenir lo de los liderazgos, las mentes preclaras y todo eso no tiene mucha cabida, todos hicimos lo que nos tocó hacer, consensuando, confiando y colaborando, nunca lo sentí de otra manera y creo que nuestra credibilidad artística se basó fundamentalmente en que la gente percibía de nosotros ese sentimiento, el de un verdadero grupo humano.
El hecho de que yo hable (hablo demasiado) no se dio porque nací con ese don, sino porque en el devenir del grupo desarrollé esa habilidad por sobre otras, porque los grupos humanos son así… esta situación no me hace mejor ni superior ni me otorga más derechos ni “liderazgo” respecto de mis compañeros, el lugar que uno ocupa en respecto de los demás depende exclusivamente del lugar que los demás te otorgan, es triste y patético tratar de imponerse a los demás con triquiñuelas de poder o con presiones ajenas a la sola estima que los demás tengan de ti. Yo aspiro a que mis compañeros de grupo me quieran y me estimen, no a que me teman o me obedezcan porque si. Un grupo basado sobre tales relaciones de poder no me interesa y creo que ese si que no sería Inti Illimani, por lo menos no el que he conocido durante 42 años.
Por último creo que además de la buena música, que para eso se junta uno para hacer buenas cosas, la gente joven percibe esa otra transmisión, la de la belleza del juego en equipo.


E.U.I.:
A partir de la pregunta y reflexión anterior. Sabemos también que algunos sostienen que ese mismo liderazgo ha provocado situaciones de confrontación en la historia del grupo, que siempre se impuso tu opinión por sobre otras, ¿Qué puedes comentar de esas versiones? Entendiendo que en todo grupo humano habrá diferencias y hasta incluso quiebres, en el caso de Inti Illimani ¿son atribuibles a tu liderazgo?

Jorge:
Creo que mi respuesta anterior responde a esa pregunta. Nunca sentí que hubiera opiniones que se imponían, siempre hubo razones que persuadían, decisiones que se consensuaban y venían de todos nosotros, es lo lógico, lo razonable, además lo plausible, puesto que de otra manera no se explica una historia tan larga y provechosa.
Que la historia de Inti Illimani sea el resultado del imponerse de mis opiniones, suena muy halagador para mi y le otorga a mis opiniones un peso realmente importante, pero definitivamente no es así, he sido parte de este grupo como todos mis compañeros y mi importancia es la que todos han tenido.
Una última consideración respecto de este tema. “El líder de la banda” es un concepto que viene del show Business, o si se quiere del Business directamente, es una figura odiosa y más en sintonía con la hoguera de las vanidades que con la historia de este grupo. Responde a necesidades de marketing o directamente a relaciones de tipo patrón-empleados que se da en el ambiente de la música comercial, nada de eso tiene que ver ni con la historia ni con la esencia de Inti Illimani.


E.U.I.:
"El Único Inti".
Nuestros lectores, todos, saben perfectamente la razón y el origen del nombre de este espacio, tu también Jorge, de hecho, “El único Inti” corresponde a una frase tuya de una entrevista a un medio nacional. Sabemos que las personas que son miembros de la sociedad dueña de la marca, entre quienes están tú, Marcelo y Max Berrú hoy se encuentran en una disputa judicial sobre la cual no queremos referirnos pero sobre la cual hemos dado ya varias veces nuestra opinión. Sabemos también que esta disputa surge a partir del uso, que ex integrantes del conjunto hacen del nombre, de manera reñida con la ética pero amparados en resquicios judiciales. Respecto de esto Jorge, varias preguntas: ¿cómo visualizas el futuro del grupo? Más allá de lo que ex integrantes hagan o dejen de hacer, ¿qué valor agregado consideras que hoy posee Inti Illimani para proyectarse en el futuro por muchos años más? ¿Cómo evalúas el transitar del Inti estos últimos 4 años, sus dos producciones, sus conciertos, giras? ¿Qué tiene la actual formación del Inti que le de al grupo por una parte el impulso para permanecer y seguir adelante y por otra para mantener a firme la impronta y legado que se ha construido todos estos años? ¿Qué nos puedes comentar de cada uno de los integrantes del Inti?

Jorge:
Me disculpo de comentar la primera parte de la pregunta, dice la sabiduría popular que la primera víctima en una guerra es la verdad. Aquí, evidentemente, no se trata de una guerra, pero si de un conflicto en el que argumentar se ha transformado en la mejor manera de enredar las cosas y alejarnos de los hechos. Los hechos están ahí, sucedieron con su cronología implacable y hace ya mucho tiempo que decidimos no alimentar una polémica que sirve sólo para disolver en el polvo de la trifulca la nitidez de los actos de cada quien (bonita palabra “trifulca”; debe ser mapuche).
Dicho lo anterior, responder las inquietudes siguientes puede parecer la del picado… ojalá no se sienta así.
Creo que Inti Illimani, y lo dice uno que nunca se movió de su lugar, desde los años 80 que no tenía la fluidez musical y la solidez escénica que tiene ahora, si bien en términos estrictamente técnico musicales este de hoy es mucho más sólido, el Inti de la época de Renato tenía un gran equilibrio emocional y una serenidad y alegría de tocar juntos que le confería un gran encanto sobre el escenario. Esa solidez tranquila que deriva de la satisfacción del trabajo bien hecho la hemos vuelto a lograr (y yo lo percibo también en la respuesta del público) pero en un nivel técnico e interpretativo muy superior.
Nadie es reemplazable (como nadie es imprescindible) y sería absurdo entrar en una comparación individual de capacidades, me refiero al grupo, al pararse sobre cualquier escenario sabiendo que hay ganas, que hay equipo, que hay con qué.
Inti Illimani no es el resultado de estos últimos cuatro años es el resultado de 42 años de evolución y trabajo. Sería absurdo desconocer esa continuidad, ni Inti Illimani ni sus integrantes actuales tienen explicación ni sentido sin el trabajo de todos quienes pasaron por el grupo con anterioridad, sin quienes formaron, como las estalactitas, gota a gota, su identidad, su sonido, su manera de entender y aproximarse a la música, al patrimonio musical latinoamericano etc. nada está quieto, todo evoluciona, pero nada se construye sobre el aire. Si no fuera por el pudor de parecer haciendo quizás que operación maquiavélica, podría explayarme largamente sobre lo que significaron en la historia del grupo el entusiasmo desbordante y el aporte de Pedro Yañez, la clarividencia musical de Ernesto Perez de Arce, la voz de Max Berrú, el toque que llegó a lograr Horacio Durán con el charango, el talento y la sensibilidad creativa de Horacio Salinas, el tesón y la intuición de José Seves que con muchas menos luces musicales que Salinas posicionó casi todas sus canciones entre las más conocidas del grupo, con el agregado no menor de ser el autor de sus textos, la personalidad escénica de Renato Freyggang, su capacidad de ser musical y humanamente funcional al grupo, al éxito del proyecto común. Todos dimos y recibimos mucho de Inti Illimani, nadie, y yo menos que nadie, puede arrogarse derechos especiales en esta historia extraordinaria.
Efrén Viera lleva ya catorce años en el grupo, su aporte es enorme, en lo musical y lo personal y lo fue desde su ingreso, Daniel entró hace diez años, como Efrén pertenece a una generación a la que hemos tenido acceso gracias a la trayectoria y la historia de Inti Illimani, probablemente hace cuarenta años nuestro camino no se habría cruzado con el de ellos, hoy, con el trabajo de todos y el aporte de todos, hemos invitado y han llegado al grupo músicos de alto nivel y formación. Fueron invitados a hacer parte de esta historia, a continuarla con sus vivencias, con su aporte pleno con su perspectiva generacional, con sus experiencias que son diferentes pero en ningún caso contradictorias con las de quienes nos tocó empezar este cuento con las patas y el buche.
Juan Flores es un lujo de músico para cualquier grupo, de formación autodidacta despliega autoridad en todo lo que hace, que es mucho. De un tremendo magnetismo sobre el escenario, siendo un gran charanguista, sería muy reductivo catalogarlo como tal, es un multi instrumentista y cantante de primera, además de un hombre conocedor y amante de la cultura de sus ancestros, abierto además a las experiencias musicales más audaces. Esconde, tras una apariencia adusta y desconfiada un buen sentido del humor, un gran corazón y una gran ternura.
Cristian González, el Buho otro gran animal de escenario, ¿deberíamos llamarlo flautista? Si, pero nos quedaríamos muy cortos Efrén le dice “el japonés” por su capacidad de tocar lo que sea necesario en el instrumento que sea (o casi), otro solista de voz e instrumento, gran aporte humano y musical.
César Jara, el más joven, de alguna manera hijo de la escuela valdiviana que ha dado grandes valores a la música popular y docta de Chile. El se mueve entre las dos con cierta naturalidad; guitarrista de sólida formación, es también un charanguista de respeto, su formación de profesor es de gran ayuda a la hora de planificar y organizar ensayos, comienza además a cantar partes de solista y pinta bien para el Inti del futuro. Es profesoralmente serio en la justa medida como para tomarse muy seriamente su profesión, pero es a la vez un perfecto chileno del sur, irónico, cariñoso y consciente de los valores fundamentales de la convivencia.
Para mi es difícil separar una cierta chochería paternal en el referirme a ellos, salvo Marcelo y Juan, son todos menores que mi hijo mayor y de alguna manera veo en ellos lo que un padre ve en sus hijos, la necesidad y esperanza de proyectarse más allá de los propios límites físicos y existenciales.
Manuel Meriño, es un músico de excepción, su mundo sonoro es complejo en el verdadero sentido de la palabra, muy respetado por su generación, tiene seguidores fervorosos entre los buenos músicos jóvenes que crecen en Chile con un cierto desamparo en cuanto a figuras de referencia. Más que cualquier cosa que se pueda decir o argumentar en torno a él, está avalado por ocho años de trabajo al frente de la dirección musical de Inti Illimani, cargo que a los 27 años asumió con mucho respeto por la historia, pero sin complejos ni temores reverenciales. Manuel es un tipo interesante y un poco misterioso, conviven y luchan en su interior un padre, lo que en el sur se dice un caballero, sociable, muy simpático, deportista, buen amigo y gran cantante, y una madre de gran cultura y buenas lecturas, dos figuras fuertes y determinantes y un hijo que procesa en buena música estas presencias y tantas otras que le legaron su infancia y adolescencia en tierras maulinas.
Lo que este grupo humano haga en el futuro, las modificaciones que sufra, las emociones que sea capaz de entregar musicalmente, dependen de muchos factores y sobre todo dependen del grupo mismo, la capacidad instalada es alta, pero no es un axioma que una alta capacidad instalada produzca altos resultados, no es raro ver en equipos humanos talentos que se anulan, personalidades interesantes que entran en contradicción, etc, no basta la calidad individual de los miembros de un grupo humano, es determinante su capacidad de potenciar, coordinar y darle sentido a esas capacidades… tres o cuatro forzudos pueden multiplicar sus fuerzas o anularlas… remitirse a la teoría de vectores. Es la sabiduría colectiva, la inteligencia común la que debe trabajar en poner toco ese potencial humano y musical a hacer milagros… hasta ahora el resultado es más que satisfactorio.


Hasta aquí la cuarta parte de esta entrevista.
Pronto la última parte de esta entrega que nos ha llenado de satisfacción y orgullo.
El Unico Inti.

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