martes, 23 de febrero de 2010

La Memoria

Hay quienes recurren a la amnesia, a la omisión de los registros o simplemente al autoengaño (y por añadidura al engaño de los demás) para eludir la consecuencia de los hechos, de sus propios actos pretendiendo así desligarse de la intrínseca responsabilidad que a los seres humanos, pensantes, concientes, racionales y coherentes, nos otorga la historia.

No hablamos aquí de esa mala costumbre de anclarse y vivir en el pasado, en aquello que alguna vez nos supo bien, nos fue amable, beneficioso y nos reportó alegrías y hasta incluso éxito. No.
Hablamos del ejercicio necesario y sano de recurrir a la memoria como una forma de establecer principios, parámetros y ejemplos de lo que se debe y de lo que no se debe hacer.

Es cierto que a veces ese ejercicio nos reporta dolor y la sensación de haber perdido más que de haber ganado algo. Nos trastoca el espíritu haciéndolo arrancar en forma de lágrimas, dejándonos absortos de nosotros, pendiendo de una vida ya vivida pero que nos sigue y probablemente nos seguirá, de vez en cuando, susurrando al oído para que no la olvidemos.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos está lleno, repleto, de recuerdos que, en realidad, como suma de todos y cada uno, se transforman en un pedazo consistente y tangible de nuestra historia.
Entrar en este edificio moderno, contemporáneo y revisar las voces, las imágenes, los protagonistas de una historia contada a partir de septiembre de 1973 es sólo la antesala de todas las sensaciones posibles de vivir y revivir en este lugar.

Volver a escuchar las consignas que se gritaban (y gritábamos) en las calles, las canciones. A leer los titulares de los diarios y revistas (tantas veces proscritas) de la época, a leer las cartas de los niños, las artesanías fabricadas por sus padres, detenidos en las cárceles de la dictadura, a escuchar de nuevo el crudo testimonio de quizás quienes son las mayores víctimas, los torturados, a encontrarse con agria sorpresa con una “parrilla” tal cual era, ver los certificados de defunción de Miguel Enríquez, Prats, Letelier, Jecar Nehgme, André Jarlán, por ejemplo, es un ejercicio vertiginoso que nos va, de alguna manera, predisponiendo, sensibilizando hasta llegar a un rincón del museo, a una sala abierta, con luces dispuestas en el suelo en forma de velitas que brillan de manera permanente como homenaje a la memoria de todos quienes son representados por las fotografías de los detenidos desaparecidos dispuestas en la enorme pared sur del museo.

Estar ahí, con una melodiosa y casi angelical voz de fondo cuesta, tanto como cuesta contener las lágrimas, la emoción que inevitable brota, como algunos olvidamos.
Estar ahí y encontrarse con aquellas caras, con las expresiones registradas en las fotografías de los detenidos desaparecidos es un ejercicio fuerte, que nos quiebra las débiles certezas con que nos fuimos “abrigando”, protegiendo, escondiendo, intentando evitar ese doloroso tránsito de nuestra historia.
Estar ahí, es tan duramente hermoso porque es estar con ellos, no sólo con su recuerdo, con sus almas.
Estar ahí es volver a recordar por qué tomamos y alzamos las banderas de lucha, por que nos enfrentamos y arriesgamos frente a la dictadura pinochetista y asesina.

Pero finalmente, luego de recorrer cada recoveco de la memoria y llorar y tener rabia, y llorar, es entender que ese ejercicio, que nos tomó por sorpresa, es imprescindible para concretar aquello de “para que nunca más”.
El recorrido termina con esperanza, quizás aún agitados por las emociones, pero con esperanza. Con ganas de traer a los niños y jóvenes, de contarles esta historia, de hacerlos parte de esta historia, “para que nunca más”.
Es extraño y casi loco pero al salir del museo, se sienten las risas y uno cree estar viendo a nuestros muertos un poco más contentos de que uno más haya aprendido, haya entendido que justamente su muerte no fue en vano y que contaremos su historia, cueste lo que nos cueste, para que nunca más sea necesario perder, perderlos, perdernos. Para que no sea necesario tener que encontrarnos en un museo que nos recuerde que la memoria nos puede hacer sentir el compromiso que significa la vida pero por sobre todas las cosas que debemos construir un futuro donde el dolor, o al menos ese dolor, nunca más vuelva a ocurrir.
No dejes de visitar el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, no dejes de visitar la memoria











El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos se encuentra ubicado en Matucana 501
Metro Quinta Normal.

viernes, 5 de febrero de 2010

Violeta Parra que estás con nosotros



Casi a la par, casi al unísono.

No pocas veces se ha dicho que cuando un alma deja este mundo, hay otra que reemplaza su lugar, como una prolongación de su existencia.

En este caso, no ha sido menor la coincidencia. En el mismo año que Violeta nos deja de la vida terrenal, nace un grupo de jóvenes alumnos de la Universidad Técnica del Estado quienes, poseen inquietudes artísticas enraizadas en el folklore latinoamericano y que serían punta de lanza para el movimiento artístico, solcial y político que se descandena en la Unidad Popular.

Nada de esto hubiese sido posible sin Violeta.

Integrante de una familia humilde y sencilla, también allí encontramos en sus hermanos, brillantes músicos, intelectuales, hombres y mujeres que han influido decididamente en la vida de nuestro país. Nicanor, Violeta, Lalo, Roberto, por nombrar algunos, nos han privilegiado con su conocimiento, su arte, su canto, sus letras.

Capaz de maravillar en el Louvre con sus arpilleras, de ser una recopiladora que rescata la tradición cantora del campo chileno, Violeta Parra es fuente inspiradora de muchos artistas que ven en ella la manifiestación más genuina de la sencillez que deslumbra junto a su genialidad. Su legado es tan actual como lo fue en sus tiempos.

Hoy se cumplen 43 años de su voluntaria partida y hemos querido honrarla en este espacio, ya que muchas de sus obras han acompañado el caminar de Inti-Illimani en su trayectoria. En los más diversos escenarios, y en las más disímiles circunstancias, siempre hay un espacio para el reconocimiento, el tributo y la admiración a Violeta Parra.




Violeta, vives en nosotros.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Meridiano


Meridiano

La definición que nos entrega la RAE para el adjetivo “Meridiano” señala:
1. Perteneciente o relativo a la hora del mediodía.
2. Clarísimo, luminosísimo. Luz meridiana.

Otros lo definen como inobjetable, concluyente.

No podemos dejar de reconocer que nos tienta aplicar estas definiciones al último trabajo de Inti-Illimani (el que hemos tenido el privilegio y la maravilla de conocer) que lleva por nombre “Meridiano”.

Que el nuevo disco es luminoso, claro, inobjetable y concluyente es tan cierto como poco objetivo.

Poco objetivos porque hemos reconocido que Inti-Illimani es la “banda sonora de nuestras vidas”, que Inti-Illimani se ha transformado en una especie de consuelo ante la pena, en el puño en alto cuando la lucha, en el canto cuando no hemos podido cantar, en nuestra voz cuando no hemos podido decir o no hemos sabido cómo.

Poco objetivos por que también la vida nos ha regalado los momentos precisos y preciosos que nos han permitido conocer a los Intis, saber qué opinan, qué sienten y reconocer en ellos a ciudadanos del mundo y de la vida, con quehaceres, con gustos y disgustos, con alegrías y dolores, con sostenidos y bemoles. Este conocimiento es el que nos ha llevado a declarar que los Intis son grandes músicos y mejores personas.

Pero esa falta de objetividad, nos imaginamos, es compartida por todas y todos quienes saben al Inti, quienes lo conocen y lo valoran.

El 2010 comienza con “Meridiano”

Hace justo un año, Francesca Gagnon aparecía en el escenario del Teatro Municipal de Viña del Mar. Muchos no la conocían y algunos la identificaban como “La voz de Alegría del Cirque du Soleil”. A partir de ese momento comenzamos a conocer a Francesca como artista, como persona. Su relación con Inti-Illimani se estrechó a tal punto que fue ella quien propuso este disco y se vino a Chile a grabar. ¿El resultado? Una maravilla.

La voz predominante de Francesca en “Meridiano” en ningún caso nos desentiende de la impronta de Inti-Illimani, al contrario.

Francesca se imbuye y se empapa de esta impronta y también con la sonoridad clásica del Inti. En definitiva, Francesca se suma como se sumaron antes Paco Peña, John Williams, Peter Gabriel, Isabel Parra, Arja Saijonmaa y Holly Near, por nombrar algunas colaboraciones.

“Meridiano” es un disco de vanguardia. Manuel Meriño en la dirección musical nos pasea por ritmos que recién ahora el Inti incorpora a su repertorio.

El bossa nova de Banquette viene a reparar en parte el que nunca el Inti haya incluido en su sonoridad los ritmos de una parte importante de nuestra América morena.

Hay detalles interesantes, desde el punto de vista técnico, que al descubrirlos (por ejemplo la singular “afinación” de las zampoñas en Reve d’enfants) nos hace una vez más constatar que estamos en presencia de músicos notables, meticulosos, profesionales y amantes de su arte.

El resto, simplemente Inti-Illimani. Los coros, las voces de Juan, de Daniel, del Búho, de Jorge y Marcelo. Las cuerdas de César, de Manuel. Los vientos y la percusión de Efrén, en fin, todo lo que es Inti-Illimani se escucha y de alguna manera se saborea en este disco.
Así es “Meridiano”.

¿Y qué nos importa a los que conocemos a Inti-Illimani ser subjetivos?
Sí, es un disco inobjetable, concluyente respecto del futuro, de la apuesta de lo que nos regala un grupo que no se queda anclado en la nostalgia del pasado reviviendo como única fuente lo que alguna vez fue vanguardia.

Es concluyente respecto de lo que entendemos debe ser la música con contenido, de excelencia, que busca cada vez con mayor ahínco distinguirse no para beneficio propio, sino para beneficio de quienes son los depositarios de la creación: nosotros, sus seguidores.

Es concluyente porque es quizás el momento y la forma en que la otra definición del término “Meridiano” aplica. Esa definición que habla de la separación natural e irreductible entre dos hemisferios, entre dos perspectivas. En este caso, este “Meridiano” separa a Inti-Illimani de un anclaje que nunca quiso, lo separa, afortunadamente, de quienes quieren ver al Inti colgado en las estanterías en forma de empolvado vinilo, de quienes sólo quieren vivir de ese pasado que aunque hermoso (a veces) y fuente de experiencia, es eso, pasado. Lo separa de quienes sólo buscan abultar su ego, haciendo que manos negras intervengan en el Fondart para luego de cerrada la entrega de recursos, se abra para “ganar” los millones necesarios que le permita auto-documentarse (eso es ya enfermizo) y auto-homenajearse como el “más grande autor” (una vez más los invitamos a descubrir).

Este “Meridiano” sitúa a Inti-Illimani en el lugar que le corresponde y que no es otro que la vanguardia de la música chilena, latinoamericana y mundial como ha sido siempre.

Nos alegramos, nos enorgullecemos y los invitamos a escuchar este disco con una luz tenue, una copa de vino y una grata compañía.
Viajarán, volarán y confirmarán sin lugar a dudas que afortunadamente tenemos Inti-Illimani por muchos años más.

Nosotros mientras tanto, felices de una vez más hacer nuestro el “Meridiano” y situarnos en el lugar correcto: junto a Inti-Illimani, el único Inti


Para seguir descubriendo "Meridiano", escucha un avance acá
 
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