Un aporte muy gravitante en ese tiempo fue que una amiga de un hermano y cuñada de Horacio, llamada Margarita, me prestó una grabadora de carrete, la que estuvo en mis manos por 4 meses. Con ese artefacto grabamos los ensayos y fue más fácil corregir detalles, trabajar los matices y armonías vocales así como la parte instrumental.Esa grabadora la llevé a Campanario en julio, durante las vacaciones de invierno, también llevé mi charango y fue en ese tiempo en que descubrí la relación interválica del cordaje del charango y su escondida similitud con la guitarra, eso me permitió diseñar una docena de acorde nuevos.
Tenía todo el día para practicar guitarra, buscar repertorio, descubrir secretos de la guitarra y del charango, así como algunas leyes naturales de la armonía vocal.Me fui sintiendo un poco diferente a los demás, ya que a cada ensayo llevaba ideas en la memoria y en anotaciones ingenuas en pentagramas dibujados con lápiz a pasta en donde solo estaban las notas, pero faltaban las figuras rítmicas, las que trabajábamos de oído.Tal vez, para mis amigos habría sido mejor ensayar menos días de la semana, pero algo había en mi voluntad de trabajar que los contagiaba, de modo que ensayábamos y progresábamos rápidamente.
En cada presentación del Inti Illimani, disfrutábamos, aprendíamos, madurábamos. Antes de definirse quien sería el director musical, compartíamos esa responsabilidad con Jorge Coulón, él tenía experiencia de varios años de canto como solista, en el dúo con Max y también integrando grupos de los cuales yo había conocido a "Los Nubarrones". Entonces yo daba la señal para la introducción musical y con él nos mirábamos y él daba la entrada del canto, lo hacía tomando aire y haciendo el gesto que hacen los que han estudiado impostación de la voz.
Recuerdo una presentación en la que colaborábamos con el Liceo Experimental Artístico de la calle Pío Nono y que se realizó en el salón de honor de la Escuela de Derecho de la U. de Chile. Esa vez miré a Jorge y no lo veía porque estaba justo la cabeza de Horacio de por medio, entonces me incliné hacia delante y Jorge hizo lo mismo, pero también el Horacio, y nos tapó la vista sin darse cuenta. Hicimos lo lógico, mirarnos por detrás de él, pero sin saber por qué, también se echó hacia atrás y de nuevo no nos dejó entrar "a tempo" como decimos los cantores... entonces nos dio una risa que contagiaba y no la podíamos explicar a los demás.
Al final de la presentación nos dijeron que sonábamos bien pero éramos muy desordenados. Por lo menos lo último era verdad ya que no sabíamos como hacer para cambiar los instrumentos; dónde dejar una guitarra para tocar a dos charangos; cómo sacarse el bombo y tomar otra guitarra; cambiar de posición en el escenario y ubicarse a una distancia adecuada del único micrófono que había para 6 voces y 6 instrumentos.
Recuerdo una presentación en la que colaborábamos con el Liceo Experimental Artístico de la calle Pío Nono y que se realizó en el salón de honor de la Escuela de Derecho de la U. de Chile. Esa vez miré a Jorge y no lo veía porque estaba justo la cabeza de Horacio de por medio, entonces me incliné hacia delante y Jorge hizo lo mismo, pero también el Horacio, y nos tapó la vista sin darse cuenta. Hicimos lo lógico, mirarnos por detrás de él, pero sin saber por qué, también se echó hacia atrás y de nuevo no nos dejó entrar "a tempo" como decimos los cantores... entonces nos dio una risa que contagiaba y no la podíamos explicar a los demás.
Al final de la presentación nos dijeron que sonábamos bien pero éramos muy desordenados. Por lo menos lo último era verdad ya que no sabíamos como hacer para cambiar los instrumentos; dónde dejar una guitarra para tocar a dos charangos; cómo sacarse el bombo y tomar otra guitarra; cambiar de posición en el escenario y ubicarse a una distancia adecuada del único micrófono que había para 6 voces y 6 instrumentos.
Tal como me lo comentó Lucho Cifuentes, en las primeras semanas, podíamos actuar improvisando casi todo, teníamos un repertorio que se ampliaba con temas en quena, teníamos amigos que sabían los cantos. De modo que a veces actuábamos 6, 5, 3, hasta 7 en un par de ocasiones.
No recuerdo el mes preciso, pero fue muy importante para mi. Llegó un dirigente estudiantil que nos pidió ir a cantar a la huelga de una industria de fideos en Quilpué, No todos podían viajar, entonces decidimos ir con mi hermano Fernando y con Oscar Guzmán, el dirigente nos acompañó en el tren desde la estación Mapocho.A la hora del viaje no llegó el Oscar, de modo que la actuación la haríamos con el dúo Pedro y Fernando Yáñez, llevábamos guitarra y un chillador.
No recuerdo el mes preciso, pero fue muy importante para mi. Llegó un dirigente estudiantil que nos pidió ir a cantar a la huelga de una industria de fideos en Quilpué, No todos podían viajar, entonces decidimos ir con mi hermano Fernando y con Oscar Guzmán, el dirigente nos acompañó en el tren desde la estación Mapocho.A la hora del viaje no llegó el Oscar, de modo que la actuación la haríamos con el dúo Pedro y Fernando Yáñez, llevábamos guitarra y un chillador.
Cuando había que hablar, presentar las canciones o responder alguna pregunta, se destacaba Jorge Coulón, tenía un mejor manejo del lenguaje y entendía mejor el papel que jugaba un conjunto como el nuestro, frente a la realidad universitaria y su postura frente a los aconteceres que se veían venir en los cambios sociales.Yo siempre vi a Jorge como un amigo inteligente, instruido y responsable; además de ser buen cantor y tener esa capacidad de ser solista.
Nos llamábamos Inti Illimani, nos sobraba un poncho, todos estudiaban en la universidad y yo ya estaba solo dedicado al conjunto... y a superar la timidez.
Creo que las dos cosas eran una misma. Vivir era cantar, cantar era el Inti, el Inti era el contacto con los demás, ese contacto era vivir.
Hubo un par de semanas en que nunca dormía cada uno es su casa, era como que las casa de Jorge, Horacio y la mía; eran de todos. La de Horacio era mucho más grande y en realidad fuimos pocas veces, pero nos pillaba la noche y simplemente nos dormíamos allí mismo donde estábamos.
La casa de Jorge fue donde más nos reuníamos, ensayábamos, nos reíamos, cantábamos por cantar y por ensayar; con la grabadora de Margarita, aprendimos descubriendo la armonía vocal, muchas veces, a las 12 de la noche ya se iban Ciro y Horacio. Entonces nos quedábamos los 3, Jorge, Max y yo; cantando y grabando canciones fuera del repertorio hasta las 3 de la mañana, por lo menos durante 2 meses.
Descubrimos que el micrófono de la grabadora captaba un armónico de las voces en una altura en que nadie estaba cantando, entonces parecía que el tenor de "Los Fronterizos" (Madeo) hubiese estado haciendo una voz alta y lejana... y mágica y sobrenatural... se oía perfectamente (menos mal que éramos 3, y a veces 4 los que fuimos testigos de esa voz, el cuarto era Marcelo Coulón, que aun era de la enseñanza media, pero que opinaba, tocaba guitarra y había cantado en la peña. Nadie podía sospechar que en 12 años más sería, también, integrante del conjunto.
Ese trío sonaba maravilloso y mejor sonaba en aquella grabadora del año 60.
Lo que cantábamos eran zambas y otros aires de "Los Fronterizos". Recuerdo que una sola vez actuamos los 3 en público, pero esa vez yo tocaba las partes de guitarra y solo canté un final de 2 compases, más bien acompañé al dúo Jorge y Max.
A los 25 años después, celebrando un cumpleaños de Max, le pregunté a la mamá de Jorge: ¿Cómo no se aburría de nuestros cantos durante 2 meses hasta las 3 de la mañana?
Ella contestó muy cariñosa, como siempre, "Como me iba a aburrir si cantaban tan lindo".
Creo que las dos cosas eran una misma. Vivir era cantar, cantar era el Inti, el Inti era el contacto con los demás, ese contacto era vivir.
Hubo un par de semanas en que nunca dormía cada uno es su casa, era como que las casa de Jorge, Horacio y la mía; eran de todos. La de Horacio era mucho más grande y en realidad fuimos pocas veces, pero nos pillaba la noche y simplemente nos dormíamos allí mismo donde estábamos.
La casa de Jorge fue donde más nos reuníamos, ensayábamos, nos reíamos, cantábamos por cantar y por ensayar; con la grabadora de Margarita, aprendimos descubriendo la armonía vocal, muchas veces, a las 12 de la noche ya se iban Ciro y Horacio. Entonces nos quedábamos los 3, Jorge, Max y yo; cantando y grabando canciones fuera del repertorio hasta las 3 de la mañana, por lo menos durante 2 meses.
Descubrimos que el micrófono de la grabadora captaba un armónico de las voces en una altura en que nadie estaba cantando, entonces parecía que el tenor de "Los Fronterizos" (Madeo) hubiese estado haciendo una voz alta y lejana... y mágica y sobrenatural... se oía perfectamente (menos mal que éramos 3, y a veces 4 los que fuimos testigos de esa voz, el cuarto era Marcelo Coulón, que aun era de la enseñanza media, pero que opinaba, tocaba guitarra y había cantado en la peña. Nadie podía sospechar que en 12 años más sería, también, integrante del conjunto.
Ese trío sonaba maravilloso y mejor sonaba en aquella grabadora del año 60.
Lo que cantábamos eran zambas y otros aires de "Los Fronterizos". Recuerdo que una sola vez actuamos los 3 en público, pero esa vez yo tocaba las partes de guitarra y solo canté un final de 2 compases, más bien acompañé al dúo Jorge y Max.
A los 25 años después, celebrando un cumpleaños de Max, le pregunté a la mamá de Jorge: ¿Cómo no se aburría de nuestros cantos durante 2 meses hasta las 3 de la mañana?
Ella contestó muy cariñosa, como siempre, "Como me iba a aburrir si cantaban tan lindo".
Próxima entrega: Entrevista exclusiva a Pedro Yáñez para ElUnicoInti.
5 comentarios:
Ya terminada la entrevista, reitero mi agrado al ir leyendo cada fragmento que fue entregando detalles minuciosos a cerca de los inicios de Inti Illimani, que a mi parecer, más que un relato fue un reencuentro de Pedro Yánez con aquellos días.
Importante es reconocer a cada persona que pasó por el grupo dejando una parte de ellos para la consolidación de Inti Illimani.
Los felicito por los arreglos del blogger.
Saludos cordiales.
La musica del Blog la llevaaa!!
Oie , en la U les hago asi la media publicidad!!
de lujo el Blog este
Saludos
seba
La historia de Inti Illimani se escribe desde los inicios, reconociendo sus raíces, sus orígenes y las personas que contribuyeron a hacerla grande.
Aquellos jóvenes de la UTE nunca dimensionaron el tremendo éxito que su obra tendría en el mundo, pero mayor a eso, es la consecuencia, la honestidad y eso siempre se premia en la vida.
El público y la historia han premiado siempre a Inti-Illimani, al único Inti.
Estoy a la espera de la entrevista al gran Pedro Yáñez.
Por cierto, ¿ya vieron el concierto en vídeo que está en http://www.inti-illimani.com/ ? Está de pelos.
Saludos.
Los sigos desde sus inicios,la ultima vez los vi en valparaiso y me dije,aqui tenemos INTI'ILLIMANI por cincuenta anos mas,los jovenes lo hacen tan bien,los que partieron poco a poco pensaron aqui esto se muere,gracias a la tenacidad de los hermanos Coulon Inti sigue en el alma de los chilenos,felicitaciones a los nuevos componentes
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